Pequeña y mediana empresa: hacer historia o ser historia, una cuestión de actitud
24 de febrero de 2010 - Destacados
7) Habitualmente los responsables de los sectores (incluyendo al empresario, por supuesto) están demasiado ocupados como para atender a la gente. Es tanta la demanda de tiempo y la angustia por mantener la rueda girando que, además, las caras largas y la tensión son moneda corriente entre los niveles de conducción. La gente tiene miedo de consultarlos y de interrumpirlos, por lo tanto, los empleados y operarios tratan de hacer las cosas lo mejor que pueden con la escasa información que poseen, lo cual hace que no sean pocas las veces en que se generan situaciones de conflicto cuando los resultados no son los esperados. Invertir tiempo en los colaboradores está visto como un lujo que ni el empresario ni los responsables de las áreas pareciera que pudieran darse, cuando es una necesidad vital para que la empresa funcione como un todo coherente.
8)- Cada gerencia o departamento es un feudo. No es extraño notar, en este momento, lo poco que hablan entre sí los gerentes o responsables. Casi siempre el problema es del otro, y todos son simples victimas de la situación. Es escasa y muy esporádica la capacidad de generar alguna propuesta por parte de ellos; normalmente y ante cualquier problema, se espera la palabra del dueño, como si nada pudiera hacerse sin ella. Es sorprendente, cuando uno lo analiza, ver la cantidad de tiempo que invierten en demostrar que si los dejaran trabajar, o no tuvieran los problemas que les pasan las otras áreas, realmente podrían demostrar todo su potencial, pero que lamentablemente se encuentran presos de un sistema que ellos mismos crean a cada momento.
9) Muchas veces se asumen compromisos con los clientes internos y externos más allá de la capacidad real de cumplirlos. Es muy motivante traer un nuevo negocio, una nueva cuenta de un cliente, pero ¿se evalúa si la empresa está en condiciones reales de satisfacer sus necesidades? Nuevamente, ¿quién evalúa el impacto sobre el estado de resultados del desprestigio en el mercado, como consecuencia de una promesa incumplida de entrega, o por la decepción que puede experimentar el cliente cuando no recibe lo que había pedido? ¿Acaso tiene precio la falta de confiabilidad ante proveedores y clientes?