El lápiz su nacimiento y evolución
1 de julio de 2004 - numero_11
Una feroz tormenta que asolaba un pueblo inglés en el siglo XVI, dio origen a esta historia. Los árboles, arrancados de cuajo, permitieron encontrar un recurso bajo tierra que cambiaría la historia de la escritura: el grafito.
ecepcionante en una primera instancia, porque era un carbón que no encendía como esperaban, demostró ser útil para marcar o escribir. Primero tomaron trozos a los que envolvían con piel de oveja o con cuerdas, posteriormente surgió la idea de rodearlo de madera. Fue en este mismo pueblo inglés, Keswick, donde comenzó de manera artesanal y en las propias cabañas de los pastores, la producción de lápices. Desde aquí se atendía la demanda que artistas y profesionales de diferentes lugares, hacían buscando tan útil herramienta.
Un siglo después, la fabricación de lápices en Alemania, concretamente en Nuremberg en 1662, marca un hito muy importante. Abandonando la era artesanal los lápices comienzan a ser producidos masivamente. La mezcla que los alemanes hacían, que no usaban grafito puro, ponía en ventaja por su calidad a los originarios lápices ingleses que siguieron fabricándose hasta 1860. La idea de mezclar el grafito con otros elementos iba posteriormente a dar muy buenos frutos, es destacable en este punto el trabajo pionero de Kaspar Faber.
Sin el aporte de Jacques Conté, no existiría el lápiz contemporáneo. En 1795 este químico francés, desarrolló un método que permitía mezclar grafito y arcilla y de esta manera generar una “mina” de lápiz con diferentes consistencias y características en relación directa con la proporción de los componentes.
William Monroe, en Estados Unidos a principio del siglo XIX, dió otro giro que nos acerca al lápiz de hoy: creó un método, usando madera de cedro norteamericana, que producía lápices encerrando en partes iguales de madera la mina de grafito. Si bien este método generaba lápices perfectamente ensamblados, los lápices ingleses de buen grafito y los franceses que seguían el método de Conté, seguían siendo superiores en la escritura. Posteriormente, los alemanes adoptaron el método Conté y unieron cantidad con calidad. Se transformaron en líderes en la fabricación de este producto. Es en este marco que el germano Eberhard Faber llega a los Estados Unidos y funda su legendaria fábrica de New York.
El grafito inglés tendía a desaparecer, creció entonces el prestigio del grafito chino. Los fabricantes, que hasta el siglo XIX producían lápices con el color natural de la madera, buscaron un color que evocara al lejano país asiático. No encontraron mejor idea que pintarlos del color que en China transmitía la idea de realeza y respeto: el amarillo. Desde aquellos lejanos tiempos viene el color con el cual aún hoy se fabrican la mayoría de los lápices de escritura.
La fabricación masiva de lápices en los Estados Unidos, última vuelta de esta revisión histórica, comienza después de la guerra civil. Es en esa época que nacen las recordadas The Eagle Pencil Co., The American Lead Pencil Co., Joseph Dixon Crucible y la ya mencionada Eberhard Faber. Con maquinaria especialmente diseñada se fabrican lápices por millones y los costos se reducen, apenas llegados al siglo XX, a la mitad.
Los lápices fabricados industrialmente, con una mina perfectamente centrada, dieron origen a otros productos como el sacapuntas o los borradores pero, esas son otras historias, que contaremos después de otra noche de tormenta.