Del compás a los viajes espaciales
1 de abril de 2004 - numero_10
Por Dr. Daniel Millán A.
El compás no existió siempre, pero su origen se pierde en la noche de los tiempos. Su uso como instrumento fundamental se lo debemos, como tantos otros elementos constitutivos de nuestra cultura, a los griegos. Estos herederos de muchos pueblos, desarrollaron la geometría a partir del conocimiento que con fines prácticos, los egipcios habían construido.
En la Grecia clásica, hace dos mil quinientos años, aparece la geometría que hoy conocemos. Sabios como Tales de Mileto, Pitágoras, Platón y Euclides contribuyeron enormemente a formular los principios que hasta hoy siguen siendo base de la geometría tradicional.
Para Platón, la regla y el compás eran instrumentos sagrados. Con ellos debían desarrollarse y demostrarse todas las líneas y figuras. A tal punto eran importantes estos instrumentos que, para este sabio, dividían a la geometría en dos partes fundamentales: la básica era la que podía manejarse con regla y compás y la superior era la que, en esos tiempos, era inmanejable con ellos. A esta última pertenecían la construcción de la cuadratura del círculo, la duplicación del cubo y la trisección del ángulo.
Para este sabio, el universo entero estaba compuesto por innumerables figuras geométricas. Cuando le preguntaron alguna vez que es lo que hacía Dios, respondió: “geometría”
La geometría de los griegos, formulada por Euclides, es la que usamos en nuestro espacio cotidiano. Sin su existencia, construida con regla y compás, nunca hubiera sido posible la formulación de las geometrías no-euclideanas, las que niegan el postulado quinto de la geometría de este geómetra griego (el que formula la imposibilidad de que dos líneas paralelas se junten).
El simple instrumento que afirmado en una extremidad, dibuja con la otra, ha sostenido toda la historia de la geometría, ha contribuido a que podamos entender el espacio que habitamos. Gracias a los cimientos que él ayudó a definir, se han construido otras geometrías que van mas allá de lo que vemos, a los micro y macro espacios. Sin exagerar, nunca hubiera podido definirse el viaje de una sonda a Marte, sin el desarrollo de esta ciencia sostenida en los finos y potentes brazos de un noble compás.