Guerra de monedas: Estados Unidos vs. China

16 de marzo de 2010 - Destacados

Beijing lo estaba pidiendo. El viernes, un funcionario del banco central invitó a Estados Unidos a abstenerse de “politizar” la política cambiaria de China. El domingo, en el cierre del encuentro anual de legisladores, el Premier Wen no hizo mucho más con una serie de directas alusiones a las “Tres T” que dominan la relación entre las dos naciones: Taiwan, Tíbet y el superávit comercial (trade surplus). Sin embargo, las represalias de Estados Unidos —130 legisladores pidiendo al presidente Obama que catalogue a China como un manipulador cambiario, por primera vez en 16 años— son un torrente de sangre a la cabeza.

Los firmantes deben darse cuenta de que cuanto más presionen a China para que haga algo, menos probable es que lo haga.

Es comprensible el gran enojo de Estados Unidos. Los Artículos del Acuerdo del Fondo Monetario Internacional prohiben a los países manipular su moneda con el propósito de adquirir una injusta ventaja comercial. Pero el FMI no tiene poderes para obligar a China —país que no solicita préstamos al organismo— a hacer cambios. Las sanciones comerciales, mientras tanto, podrían justificarse sólo si Estados Unidos puede convencer a la Organización Mundial de Comercio de que la manipulación cambiaria satisface su estrecha definición de “subsidio”, y que tales subsidios merecen impuestos compensatorias, tarea altamente difícil.

La semana pasada, la promesa de China de “seguir adelante con la reforma de la formación del tipo de cambio del yuan” fue su más fuerte compromiso con la flexibilidad desde que se aplicó el nuevo tipo de cambio fijo con el dólar en julio de 2008. Eso puede implicar, aseguran en Citic Securities, el deseo de adoptar una política de “canasta, banda y avance gradual”, similar a la que se aplica en Singapur, donde se maneja la moneda contra una canasta de divisas —no se sabe cuál es—, que flota sobre una banda determinada para lograr una apreciación o depreciación determinada dentro de un plazo específico. Sería bárbaro que fuese así.

Mientras tanto, la administración Obama debería dejar a Brasil, Rusia y otras naciones emergentes que presenten en público sus motivos a favor de una revaluación. Si Estados Unidos realmente quiere un yuan más fuerte, el mejor consejo es que cierre la boca, y dejar que ocurra.

Fuente: El Cronista

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