Las grandes obras universales contenidas en Los Libros más Pequeños del Mundo
1 de julio de 2007 - numero_23
{toggle createdate}Tal como los podríamos encontrar en la biblioteca de Liliput, desde menos de 2,50 cm por 1,50 cm hasta seis centímetros de alto, entre 25 y 50 páginas, estas son algunas características de los Libros más Pequeños del Mundo.
Más que por el tamaño o el número de páginas, el valor de un libro se mide por su contenido y la capacidad de transmitir conocimiento. Esto lo sabían Alberto Briceño y su esposa Norma Tordoya en el Perú, cuando por 1970 editaron “Palabras que Guían”, una selección de 1.200 reflexiones. Su éxito los llevó a elaborar ejemplares en miniatura de las obras más importantes de la literatura universal, confirmando aquel viejo dicho de que “el saber no ocupa lugar”.
En cuestión de calidad responden a los mismos estándares que los grandes ejemplares, impresos a todo color, completamente legibles y con encuadernación artesanal, hechos a mano, uno a uno. Es posible encontrar más de 150 títulos entre novelas, ensayos, literatura infantil, poesía, filosofía, autosuperación, etc.
Los Libros más Pequeños del Mundo, es una marca registrada y también el nombre de la editorial de esta familia peruana.
Aunque durante el siglo XIX eran muy comunes este tipo de ediciones (como la del Quijote de Julio Didot de 1827) el más antiguo que se ha visto recientemente, es un ejemplar de La vida de Tomás de Kempis, realizado en Florencia en 1530, que junto con otros más de 1.000 ejemplares, ha sido exhibido durante todo el pasado junio en la Biblioteca Miguel de Cervantes en Burgos, España.
Tratándose de piezas de colección los precios pueden llegar a cualquier cifra, un ejemplo de ello son las versiones sobre una subasta celebrada en la casa Christie’s de Londres, donde una “mini biblia” con un precio base de 400 libras esterlinas (muy por encima de su valor de mercado) se remató en £ 1.800. Estos pequeños libros, sin duda, lo valen y el coleccionista lo sabe, porque en ese espacio de reducido tamaño, paradójicamente, cabe un gran esfuerzo.