Curiosidades: Breve historia del bolígrafo
1 de abril de 2003 - numero_05
Este invento emblemático del modernismo de la postguerra, fue desarrollado y fabricado en serie por primera vez en Argentina
Los hermanos húngaros Ladislao y Jorge Biro lo inventaron en 1938.
En 1936, cuando Ladislao Biro trabajaba como periodista en el periódico Elore en Budapest, en los talleres donde se imprimía el diario, le inspiró el mecanismo de las rotativas. “De ese paralelo inconsciente surgió, supongo, el germen del bolígrafo”, afirmó Biro en su autobiografía. Luego del primer intento fallido en su fabricación, Biro llegó a la conclusión de que necesitaba piezas con precisión de relojería.
En Suiza encargaron doscientas puntas de las que solo sirvieron siete, con ese pequeño arsenal fueron a pedir financiamiento al banquero yugoslavo Guillermo Vig. Cuando la acechanza nazi se empezaba a vivir en Hungría, Biro emigró a París con su inseparable amigo Josic Meyne, allí firmó un contrato con la empresa Elveco. Pero la guerra en ciernes obligó a la empresa francesa que financiaba el proyecto de los bolígrafos, a dedicarse intempestivamente a la fabricación de armamento. Al quedarse Biro desguarnecido recordó a aquel general y ex-presidente argentino, Agustín P. Justo, quién le invitó a viajar a ese país para desarrollar la idea.
En agosto de 1940 el barco que conducía a Ladislao Biro y su colaborador Jocsy Meyne ancló en el puerto de Buenos Aires. Reunificada su familia en Argentina y junto a su hermano Jorge, a comienzos de 1942 aparecen los primeros avisos publicitarios en los diarios, anunciando ese novedoso producto marca Eterpen. Pero la calidad no era constante.
En 1943, ya perfeccionando con el principio de la capilaridad, lanza su nuevo bolígrafo con la marca “Birome” (unión del apellido Biro con las dos primeras letras de Meyne) la que aún hoy en Argentina es nombre genérico para “bolígrafo”. En 1944 la Fuerza Aérea norteamericana decide comprar 20.000 bolígrafos, único instrumento apto para escribir en las alturas. Ese mismo año se venden los derechos de producción y comercialización del bolígrafo para EE.UU. y Puerto Rico a Eversharp en dos millones de dólares (¡sí! 2 millones).
Más adelante los arriesgados inventos y la mala financiación llevan a la quiebra la sociedad. Entonces un ex–proveedor de Birome, Francisco Barcelloni, propuso a Biro fabricar un bolígrafo tipo lápiz, muy barato y práctico. Al no tener eco se instaló por su propia cuenta, mejoró la alimentación de tinta y ensayó una bolilla de triple dureza. Así nació la marca Sylvapen capaz de escribir dos kilómetros.
Consolidada su propia industria, Barcelloni contrató para la dirección de la nueva fabrica, al propio Biro, “si tengo al inventor y su experiencia, tengo un valor que ninguna otra empresa puede exhibir” aseguró.