Starbucks, la reinvención de un éxito
30 de marzo de 2010 - Destacados
Sentado en su espaciosa pero modestamente amueblada oficina en la sede central de Starbucks, al sur de Seattle, Howard Schultz aseguró que él no es más que un proveedor de granos de café de buena calidad. “En realidad, soy un comerciante”, afirmó con una sonrisa. “Puedo sentir lo que quiere la gente”.
Fue bastante modesto al describir su trabajo este neoyorquino de 56 años, que volvió a su función del día a día como CEO hace dos años. Su regreso tenía como fin revivir la suerte de la compañía que alimentó desde sus orígenes hasta que se convirtió en una marca mundial. Algunos lo ven como un líder visionario, que logró recuperar una abatida fuerza laboral inmersa en una gran mediocridad.
Es imposible negar la pasión que él siente por la compañía. Cuando se le preguntó por qué había regresado como CEO, contestó: “La razón es el cariño… Quiero a esta compañía, quiero a sus 180.000 empleados. Siento una responsabilidad hacia ellos y hacia la base de accionistas”.
Cuando retomó su posición como máximo responsable para reemplazar a Jim Donald en enero de 2008, la empresa estaba desorganizada, víctima de una excesiva expansión. Desde 2000 hasta 2007, la cantidad de locales había crecido de 9.000 a 15.000, con presencia en 43 países, pero en Estados Unidos le estaba yendo mal.
Además, había surgido mayor competencia y en 2007 la recesión había provocado una caída de las ventas.