La era del hombre del hidrocarburo
1 de abril de 2008 - numero_26
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Este período de la Historia de la Humanidad puede definirse como: “La era del hombre del hidrocarburo”. La frase acuñada por Daniel Yergin en su libro Historia del petróleo
-cuya autoría le significó un Premio Pulitzer- describe con suficiencia que el crudo se ha convertido en la negra sangre de la economía mundial.
Aún no sufrimos las consecuencias de la subida que está experimentando el petróleo a lo largo de los últimos meses. La preocupación no radica en lo que costará llenar el tanque del coche, lo que hay que preguntarse es cuánto subirán los precios de los productos que vendemos en la papelería. Con esta proyección el combustible para transportar materias primas o productos terminados desde ultramar, tendrá un alza sin precedentes, como también así los carburantes utilizados en la distribución interna de la mercancía en nuestros territorios. Además, la mayoría de los productos que vendemos –y también que consumimos- tienen materias primas o componentes derivados del petróleo. Por último gran parte de la energía empleada en los procesos de producción está generada por hidrocarburos. A pesar de que hoy la industria produce mercaderías en mayor cantidad y velocidad que a la que el mercado consume, mientras el precio del petróleo esté al alza, las tarifas de los bienes de consumo también lo estarán.
Con cierta ingenuidad -léase indulgencia- se afirmaba que se trataba solamente de un aspecto coyuntural, que era solamente el efecto de la especulación y pronto el valor del barril descendería. Pero muchos especuladores ya han dejado el mercado por el temor a la recesión norteamericana y a su consecuente repercusión sobre la “economía global” reflejándose en una recesión generalizada.
Para probar que no es asunto coyuntural sino estructural, podemos citar que son necesarios más de 7.000 millones de barriles para abastecer a EE.UU., esto equivale al 25% del consumo mundial, mientras sus habitantes apenas si se aproximan al 5% de la población mundial. China por otro lado demanda el 9% de la extracción petrolera. El aumento demográfico mundial, además del alto y sostenido crecimiento económico de países emergentes como China e India hacen presagiar que se impulsará aún más la demanda energética, produciendo consecuentes presiones alcistas en el precio del petróleo.
La demanda de crudo está creciendo a un ritmo mayor que la oferta y no habrá un rápido aumento de la producción, esto generará ciertamente presión al alza del petróleo. Hasta que la oferta se adecue a la demanda pasará todavía un tiempo, y la generación de energía alternativa no puede –al menos en mediano plazo- sustituir a los hidrocarburos, cuya oferta responde más lentamente que la demanda. Eso aumenta la escasez relativa de crudo y por lo tanto su valor, y ese aumento de costos se trasladará a la producción industrial, a toda la cadena de distribución y, por supuesto, al precio al consumidor final.
Mientras el torrente de la “economía global” requiera de “sangre negra”, en el corto plazo nada parecería apuntar a que bajen los precios de nuestro sector (y de otros), salvo la presión de los inventarios generados por la sobreproducción de alguna industria.
Según los analistas económicos Latinoamérica en general está atravesando un buen momento para enfrentar cualquier tipo de crisis recesiva internacional. Así que pese a todo hay que poner el ojo en el mercado y no descuidar el negocio, se venderá aunque sea a otros precios.
Los cambios en las preferencias, gustos y necesidades, son dinámicos y exigen estar atentos al comportamiento del consumidor y sus patrones de compra.