Gel Pens: La evolución de la tinta para escritura
1 de abril de 2008 - numero_26
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Ladislao Biro, afortunadamente vivió para ver lo que había generado su invento: una transformación en la escritura y una readecuación de la industria asociada.
Probablemente no pensó, aunque era un visionario, que los bolígrafos se transformarían en un objeto imprescindible y, quizás, tampoco imaginó que desde un extremo a otro del mundo su desarrollo conduciría a soluciones cada vez más imaginativas. Los instrumentos de escritura son un fiel reflejo de la vida humana que, desde el primer madero semi quemado rayando una superficie en un día imprecisable del pasado de la humanidad, hasta el bolígrafo gel contemporáneo, siempre han estado a la mano para expresar ideas, sensaciones, temores, amores y nunca faltó el artista que plasmó con ellos un cuadro de su época.
Petrache Poenar construyó en 1827 el primer instrumento de escritura portable que autocontenía su tinta. Se podía llevar pero su tinta sufría los cambios de temperatura, se secaba sin uso y tenía la mala costumbre de arruinar prendas de todo estilo y calidad. Era, por otro lado, muy difícil de recargar hasta que en 1912 el sistema creado por Walter A. Sheaffer simplificó esta tarea. Pero la idea de escribir con tinta de manera ininterrumpida, con un trazo regular y sin contratiempos, no se concretó hasta el invento del húngaro-argentino que con su Birome (1940) entró en la historia. El sistema, simple y eficiente no dejó de mejorarse en las primeras décadas de vida: puntas y esferas de diferente tamaño y material; capuchones, cilindros y grips con diseño ergonómico y, como viejos alquimistas, los investigadores de las principales firmas buscaron, en la mezcla de tintas, la fórmula perfecta. Y esta búsqueda de modernos druidas, alumbró finalmente el bolígrafo o lápiz de tinta gel (con una estación intermedia en los roller-balls).
La tinta en un bolígrafo gel simplemente fluye (esto lo anticipaban los roller balls) y su composición química, que permite que un componente se encuentre disperso en otro, tiene una viscosidad variable: es muy alta cuando esta sin movimiento y muy baja –como tinta basada en agua– cuando comienza a escribir. El diseño exterior es similar a un bolígrafo contemporáneo y aunque se adelantaron en incorporar algunos elementos como estándares –el grip es el mejor ejemplo– la diferencia fundamental está, como adelantábamos, en la formulación de la tinta que incluye pigmentos suspendidos en gel. Las derivaciones del axioma original de la tinta gel son múltiples y, asumiendo el riesgo de simplificar lo que significa en la actualidad, podríamos afirmar que además de la fluidez –que facilita la escritura con el suave desplazamiento de la esfera– lo que el gel aporta es brillo y color. Podemos ir de colores oscuros a otros increíblemente brillantes, obtener resultados metálicos o lechosos o mezclar diferentes opciones con resultados sorprendentes.
El hombre escribió originalmente sobre madera, cuero y derivados vegetales. Tuvo para cada una de las superficies el instrumento adecuado que permitía que el objetivo se cumpliera. Las diferentes estructuras químicas aportaron para que la escritura fuera posible. Es fascinante descubrir cómo ésta se produce, cómo un vehículo –el líquido– transporta un residuo que finalmente, al no poder ser absorbido, queda en la superficie. Un bolígrafo tradicional escribe bien y esto es muy importante pero ya no es suficiente y la generación que encontró un teclado antes que un lápiz reclama forma, fluidez, suavidad, brillo y color, que ya no sólo busca al papel como superficie destino. Un ejemplo de uso actual de los bolígrafos gel puede ilustrarnos. Existe una tendencia, muy actual, que tiene como objetivo personalizar los componentes de un equipo de cómputo. Se da por supuesto que un computador personal es parte del mobiliario y esto ya no tiene nada de original. ¿Cómo encontrar la diferencia? Con cajas transparentes que permiten ver un interior luminoso, pintado con el gusto y talento de cada usuario usando lápices gel. La generación que viene escribe menos pero, cuando lo hace, busca un instrumento que la exprese. Podríamos, en un dialogo imaginario con este grupo humano, comentarles que “un gel (del latín gelu – frío, helado o gelatus – congelado, inmóvil) es un sistema coloidal donde la fase continua es sólida y la discontinua es líquida” y que esto posibilita entre otras cosas modernos instrumentos de escritura. Lo mas probable es que no nos escuchen, pero cuando necesiten escribir, irán a una librería y preguntarán: ”tiene bolis divertidos? Sí, esos, los de tinta gel”.